Educar los Sentimientos (Inteligencia Emocional)

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En todo el mundo, cada vez con mayor frecuencia, se publican las impactantes noticias de jóvenes adolescentes que vuelcan su agresión hacia el exterior y balean a sus compañeros de escuela o cometen actos vandálicos (roban, violan o secuestran), pero también hay quienes la vuelcan hacia ellos mismos: consumen drogas, como si las conductas adictivas fueran casi el único refugio a la desolación de muchos jóvenes, no se cuidan de las enfermedades de transmisión sexual o hundidos en la depresión no lo encuentran sentido a su vida y prefieren terminar con ella.

Somos muchos los que nos horrorizamos con el presente que nos ha tocado vivir, y seguramente también somos muchos los adultos que estamos preocupados buscando soluciones. 

Creo que una forma de prevenir todas estas actitudes de vida y conductas destructivas es “educar los sentimientos”, el sentimiento es una poderosa realidad humana, que es preciso educar, los sentimientos son los que con más fuerza habitualmente nos impulsan a actuar. Aparecen siempre en el origen de nuestras conductas, en formas de deseos, ilusiones, esperanzas o temores. Nos acompañan luego durante nuestros actos, produciendo placer, disgusto, diversión o aburrimiento. Y surgen también cuando los hemos concluido, haciendo que nos invadan sentimientos de tristeza, satisfacción, ánimo, remordimiento o angustia.

A pesar de que son una parte esencial de la naturaleza humana, tanto las madres y los padres como los educadores no los consideramos objeto de educación y los dejamos abandonados a su propia suerte.

 Tenemos una idea equivocada de nuestros sentimientos ya que han sido definidos como: «una realidad innata, inexorable, oscura, misteriosa, irracional y ajena a nuestro control», pero la realidad es que los sentimientos son influenciables, modelables, y si la familia y la escuela no se ocupan de ellos, será el entorno social quien se encargue de hacerlo.

Por supuesto que tienen un componente innato, pero todos sabemos la influencia tan importante que tiene el medio en el que nos desarrollamos en nuestra primera infancia. 

Educar los sentimientos es fundamental, seguramente más que enseñar el trinomio cuadrado perfecto, la segunda ley de Newton, o la vida de Mozart, pero lamentablemente casi nadie se ocupa de hacerlo.

No existe, o no lo conozco, el “MÉTODO DE LA EDUCACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS «, pero si consideramos los siguientes aspectos seguramente podremos lograr una vida más plena:

  • En la educación de los sentimientos creo que se debe empezar por el Autoconocimiento. Sería muy útil, propiciar en los niños y jóvenes la reflexión sobre ¿cómo es su carácter? , ¿cuáles son sus habilidades?, ¿cómo se pueden trabajar sus áreas de oportunidad?. El conocimiento propio también es útil para saber tratar a los demás.
  • Establecer una relación positiva con los demás, procurar ver las cosas buenas de los demás, que siempre las hay.
  • Tranquilizarse a uno mismo, pues al enfadarnos perdemos bastante de nuestra capacidad de escuchar, pensar y hablar con claridad. 
  • Desintoxicarse de pensamientos negativos hipercríticos, que suelen ser los principales desencadenantes de conflictos. 
  • Escuchar y hablar de modo que nuestras palabras no despierten la defensividad del interlocutor, es decir, que no las perciba como críticas u hostiles. De modo análogo, hemos de esforzarnos en escuchar a los demás sin interpretar como un ataque lo que quizá es una simple queja o una observación bien intencionada.
  • Detectar temas, momentos o situaciones de hipersensibilidad.
  • Centrarse en los temas, sin enredarse en detalles nimios o en cuestiones colaterales que entorpecen el diálogo.
  • No derivar hacia el ataque personal. Siempre es mejor, por ejemplo, decir un <<me ha molestado que llegues tarde y no me hayas avisado>>, que soltar un <<eres un desconsiderado y un egoísta>>
  • Disculparnos cuando advirtamos que nos hemos equivocado y asumir con sencillez la responsabilidad que nos corresponda por nuestros errores.
  • Procurar reflejar el estado emocional del interlocutor. Si, por ejemplo, alguien nos expresa una queja o una preocupación que le cuesta manifestar, hemos de procurar reflejar que entendemos lo que siente en ese momento. 
  • Ser generosos en el reconocimiento de los méritos de los demás. 
  • Control de la preocupación.
  • Capacidad de demorar la gratificación, la capacidad de resistir los impulsos, demorando o eludiendo una gratificación para alcanzar otras metas, (ya sea aprobar un examen, levantar una empresa o mantener unos principios éticos), constituye una parte esencial del gobierno de uno mismo.

<<Las lecciones emocionales aprendidas en la infancia dan forma a los circuitos emocionales fijando los hábitos esenciales que gobiernan la vida, haciendo a la persona más experta o inepta en la base de su inteligencia emocional. Las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de pensar con claridad y concentrarse en el trabajo>>.

Al manejo inteligente de nuestras emociones se le ha denominado Inteligencia Emocional y en las últimas décadas ha cobrado una importancia extrema. El Dr. Goleman cita estudios científicos que demuestran que dos de cada tres aptitudes consideradas esenciales para el desempeño laboral exitoso en varias empresas son de tipo emocional. 

La inteligencia emocional es la cualidad humana que más contribuye a la excelencia en el mundo laboral y al funcionamiento óptimo tanto de los individuos, como de los equipos y las organizaciones más eficaces y productivas, disminuyendo elevados costos, en términos de tiempo, energía y dinero, pero no se trata de ser exitosos sino de ser más felices…

Fuente:
Rocío Díaz Tapia * Psicoterapeuta Gestalt, Directora Operativa de Unidad de Consultoría y Capacitación de PADHIA, S.C.

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