¿Cómo saber si se trata del Trastorno de Déficit de Atención? – Parte 1 –

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En la actualidad muchos niños presentan problemas en la escuela, ya sea por parte académica o por conducta; mamás y maestros se quejan pero por más que tratan de evitar esta situación sus esfuerzos son en vano. La mayoría de estos escolares presentan lo que se llama Desorden o Trastorno de Déficit de Atención (TDA) que puede ser con o sin hiperactividad. Se estima que entre 2 y el 9.5% de los niños de edad escolar en todo el mundo, presenta TDA.

Para poder trabajar con estos niños primero hay que conocer a fondo por lo que están pasando, es por esto que en el presente artículo se hará una descripción de este síndrome.

El TDA no es sólo el resultado de la genética o del temperamento, sino también del ambiente familiar, de la capacidad de educativa de los padres, de la calidad de la escuela, de la ética del docente y de su ambiente sociocultural, es decir, se encuentra sujeto a diferentes interacciones del interior con el exterior del niño.

Mientras que el TDA presenta muchos síntomas, no todas las personas manifiestan los mismos. Dos personas pueden tener síntomas similares pero reaccionar de manera diferente, ya que algunas los presentan con menos intensidad mientras que otros los experimentan tan intensamente que sus vidas llegan a ser disfuncionales para ellos.

Los patrones de conducta que tipifican al TDA se dan entre las edades de 3 a 5 años, algunos niños desarrollan los síntomas hasta la niñez tardía o hasta la adolescencia y pueden continuar presentándolos hasta la edad adulta.

El TDA tiene dos principales síntomas, uno se caracteriza principalmente por la inatención y el otro por la hiperactividad e impulsividad. Muchas personas que no exhiban externamente la hiperactividad la experimentan internamente, como un sentimiento de urgencia o una constante necesidad de estar apurado (sin una razón aparente).

Dentro de los síntomas comunes o primarios del TDA se presentan:

  1. Dificultad para enfocar la atención: el problema más común es la distractibilidad, que es la dificultad para concentrarse sin contar la importancia de la tarea o situación. Los niños con TDA tienen un período corto de atención en comparación con otros niños de su misma edad; es frecuente que los padres y maestros les digan que no están escuchando. Puede ser diferente en niños y niñas. Las niñas lo pueden presentar como “dormir despierto” o “estar en la luna” y los niños pueden cambiar rápidamente su atención de una cosa a otra. No pueden poner atención más que unos pocos minutos, no se pueden concentrar en una sola tarea para terminarla. Cualquier cambio, algo nuevo ó diferente en su ambiente los distrae. También presentan incapacidad para concentrarse en tareas del tipo intelectual, poca habilidad para centrar su atención en un solo objeto. Todos los estímulos le son atractivos e igualmente importantes, por eso, difícilmente pueden terminar una tarea, afectando a su vez la memoria.
  2. Dificultad para organizar tareas: el pensamiento y la conducta son desorganizados y caóticos. Se les dificulta jerarquizar y organizar los eventos del mundo externo. Dependen de otros que les enseñan organizarse, ya que ellos no saben cómo hacerlo aunque lo quieran y necesiten. Algunos proyectos nunca los empiezan debido a la inhabilidad para organizar los pasos necesarios para comenzar. Otras tareas las empiezan pero no las finalizan debido a la incapacidad para ver cómo las partes van juntas y formar un todo, la persona simplemente no puede figurarse el siguiente paso. Esto puede hacer que al niño se le vea con signos de inmadurez. Otra razón por la que no se pueden organizar, es una percepción distorsionada de tiempo y espacio. Esto puede incluir poca discriminación de tamaño y pobre orientación espacial.
  3. Hiperactividad: el niño presenta movimiento constante e incansable, como si estuviera lleno de energía. Esta hipermotricidad es incontrolable y no tiene propósito fijo ni útil. El niño no puede permanecer sentado ni en un sitio fijo. Presenta mucha energía corporal, movimiento constante de manos, piernas, ruidos con la boca, etc.
  4. Impulsividad: los niños pueden ser impacientes e impulsivos sin preocuparse por las consecuencias a largo plazo de su conducta. Se enfocan en la gratificación inmediata y recompensas momentáneas. No piensa antes de actuar, todo lo requieren en el momento; inhabilidad para esperar, el síntoma de universal es la impaciencia, los niños no pueden tolerar retrasos o esperar su turno si se encuentran formados en una fila. Se consideran parte del concepto global de trastornos del impulso y del comportamiento social conjunto con la desobediencia patológica y diversas conductas antisociales, como a la destructividad, la agresividad, la desinhibición, el robo, el temperamento explosivo, etc. El niño piensa poco antes de actuar, no mide el peligro que está implícito en sus acciones. Provoca que demande atención inmediata, pues no puede esperar, quiere que se le escuche y se cumplan sus deseos en el acto. La desobediencia patológica consiste en un grave impedimento para acatar órdenes, tienen dificultad para comprender las prohibiciones, no se identifica con las normas disciplinarias de la familia, mantiene un distanciamiento y una demora para la socialización, por lo que desarrollan una tendencia al aislamiento. No pueden relacionarse con los demás fluidamente y sin fricciones, cualquier interacción podría provocar una reacción conflictiva, áspera y difícil.
  5. Torpeza motora e inmadurez perceptual: la inhabilidad motora y dispraxia se manifiesta de dos maneras, motricidad gruesa y fina. Dentro de esta última se considera la habilidad para escribir, abotonarse, anudarse las agujetas, cortar con tijeras, etc., y es la que tiene una frecuencia más alta en estos niños.
  6. Disminución en la capacidad para experimentar placer y dolor: no toman en cuenta los premios, regaños y castigos (alteración en un centro cerebral específico relacionado con la gratificación), incapacidad para sentir placer ante las diferentes actividades de la vida. Son difíciles de complacer, nunca parecen estar satisfechos, son irritables y tristes.
  7. Trastornos formales del pensamiento: taquilalia, verborrea, pararrespuestas, disgregación, fuga de ideas. Cuando el niño desee relatar algún suceso, los trastornos de su pensamiento harán que lo verbalice de manera poco precisa, incoherente e incongruentemente, debido a que todas las palabras le llegan de golpe y no pueda emitirlas en orden sintáctico, lo cual da como resultado un relato carente de emoción y sentido; por esto es difícil que los demás lo escuchen y mantengan interesados en su plática.

 

Fuente: Mariana Flores Lot. Lic. En Psicología. UNAM. Asesora de PADHIA (Programa de Autodesarrollo Humano Integral del Adolescente). Actualmente atiende a niños y adolescentes con problemas de aprendizaje.

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